He visto mucho más que naves de ataque en llamas más allá de Orión.

Mucho más que rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser.

Yo he visto el asedio de Troya; vi morir a Aquiles y a Héctor, y a los dioses griegos pelear entre sí por sus caprichos.

He recorrido el mundo en una odisea de cuarenta años; he vencido a cíclopes hambrientos y resistido el canto de las sirenas.

Yo he campeado fiel a mi honor y palabra; he luchado por mi rey y he cabalgado después de muerto.

He tumbado gigantes aspados a lomos de mi corcel; con sólo la compañía del escudero y mi locura.

Yo he convencido a la mismísima Roma de que los asesinos de César merecían ser castigados a pesar de que Bruto era un hombre honrado.

Conquisté Kafiristán y las riquezas de Alejandro; me crié en la jungla rodeado de lobos y soporté oír la verdad que dije, tergiversada por villanos para engañar al necio.

Erigí mi reino en la isla de la utopía, donde el buen maestro trazó mi camino.

He clavado mi lanza en el corazón del africano, buscando en la aventura al unicornio, y en la codicia al loco que susurra: «Ah, el horror… el horror…».

Busqué a la ballena blanca, terror de los hombres débiles y obsesión de los malditos. Me llamaron Ismael.

He seducido a miles con mis rimas y leyendas, encontrando en el peligroso extremo la razón para vivir.

Pintaron mi retrato concediéndome la inmortalidad y la belleza, pero también la condena eterna por mis pecados.

Combatí al alcaudón durante el colapso de Hyperión, creé fundaciones interestelares y fui el último hombre en la Tierra.

He sido correo del zar, maté sólo por un perfume y conocí al principito de un pequeño planeta.

He sido todo esto y mucho más, en todas las vidas que he elegido vivir. ¿Y me preguntas cómo lo hice? Simplemente abrí un libro cuando quise empezar de nuevo. Ahora que sabes mi secreto, ¿me cuentas qué cosas has visto tú?